Cada 22 de julio se celebra el Día Mundial del Cerebro, una fecha acordada por la Federación Mundial de Neurología desde el año 2014 para crear conciencia sobre los cuidados de este importante órgano del cuerpo humano y la importancia de la prevención de enfermedades que causen su deterioro. Los trastornos cerebrales, constituyen 13 por ciento de la causa global de enfermedades, sobrepasando a las enfermedades cardiovasculares y al cáncer.
El cerebro humano es un órgano principal y complejo que forma parte del sistema nervioso, sería “el jefe” que controla todos los aspectos de la vida y las funciones vitales del cuerpo humano y todo lo relacionado con los sentidos, los pensamientos, los movimientos, las conductas, el razonamiento y el aprendizaje. En fin, es el portador de la energía de las actividades cotidianas. Por ejemplo, controla el ritmo cardíaco. Por ende, ejercitarlo constituye un hecho importante para mantener o mejorar la calidad de vida, es sabido que crecen más células en el hipocampo (área de la memoria y de aprendizaje) si nos movemos.
El cerebro ocupa 2 por ciento de la masa corporal, sin embargo, consume alrededor de 20 por ciento del oxígeno y el 25 por ciento de la glucosa del cuerpo. El cerebro tiene más de 60 por ciento de grasa, funciona con el 25% del colesterol del organismo, sin la cantidad suficiente de colesterol bueno en las lipoproteínas de densidad alta, el cerebro muere. También funciona con 70 por ciento de agua por lo que la deshidratación disminuye su volumen y puede causar alteraciones en su funcionamiento. Hidratarnos es importante.
Este órgano tan sensible, es capaz de ayudarnos a mover, sentir, querer, pensar y reaccionar. Cada habilidad aprendida, cada idioma y cada experiencia vivida configura nuestro mapa cerebral.
El cerebro, es un órgano altamente moldeable y maleable preparado para un sinfín de actividades, que empiezan desde la vida intrauterina donde se van formando las estructuras. El periodo prenatal es una de las etapas más importantes en el desarrollo del cerebro humano ya que es cuando se forman las neuronas. Tan sólo 30 días después de ser fecundado, el feto ya presenta tres pequeños bultos que son el cerebro y la médula espinal.
De ahí en adelante, las neuronas se van interconectando entre sí (sinapsis) a gran velocidad a través de la mielina, una cubierta aislante formada de grasa que permite la transferencia de información. Durante su desarrollo nuestro cerebro tiene períodos críticos y más sensibles particularmente buenos para el aprendizaje.
Un dato curioso es que nuestro cerebro no ha cambiado desde hace muchos siglos y nace con todas las herramientas inscritas en nuestros genes, la diferencia es que desde que nacemos vamos creando una red de conexiones o caminos que transitándolos a diario los fortalecemos y cada repetición de la misma ruta será cada vez más fácil y por tanto cada vez más rápida, es por eso que los músicos y deportistas de élite pueden llegar a tener hasta un 80 por ciento de mayor velocidad en algunas conexiones neuronales.
La madurez del cerebro no llega hasta los 20 o incluso hasta los 30, algunos mencionan que hasta los 40 años. Y cada vez que tenemos una nueva idea o un nuevo recuerdo, creamos nuevas conexiones cerebrales. Por lo que podemos reforzar el concepto que, si se “entrena el cerebro, cambiamos la mente”. Cada vez que aprendemos algo nuevo, algo cambia en el cerebro y se crean nuevos caminos. La neurociencia va dando pasos de gigante para entender este funcionamiento complejo.
Uno de los descubrimientos más interesantes en este sentido fue el de la neuroplasticidad. La Organización Mundial de la Salud (1982) definió el término neuroplasticidad como la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse anatómica y funcionalmente, después de estar sujetas a influencias patológicas ambientales o del desarrollo, incluyendo traumatismos y enfermedades.
En otras palabras, la plasticidad, es la capacidad del cerebro para remodelar las conexiones entre sus neuronas. Por tanto, está en la base de los procesos de memoria y de aprendizaje, pero a veces también interviene para compensar los efectos de lesiones cerebrales estableciendo nuevas redes, hecho que permite construir nuevas vías, nuevos caminos o conexiones, base de nuestra filosofía para las terapias en Parálisis Cerebral.
La buena noticia es por tanto que la neuroplasticidad es la capacidad de cambiar con la experiencia.
Uno de los premios Nobel de Medicina del 2000 fue Eric R. Kandel que fue premiado por sus descubrimientos sobre cómo se puede modificar la eficacia de la sinapsis y qué mecanismos moleculares participan. Utilizando como modelo experimental al sistema nervioso de una babosa de mar (aplysia), demostró cómo los cambios en la función sináptica son claves para el aprendizaje y la memoria.
Nuestros conceptos en neurociencia, educación y psicología han cambiado desde que en 1996 Giacomo Rizzolatti y colaboradores descubrieron las neuronas en espejo que nos permiten la imitación y activar nuestro cerebro social, lo que confirma que aprendemos cuando nos relacionamos con los demás.
Este año 2020 otro equipo internacional de científicos liderados por matemáticos de la Universidad Complutense de Madrid ha profundizado en el estudio de neuronas conceptuales, es decir, que un grupo de neuronas individuales que forman conceptos abstractos, lo que significaría que habría una neurona asociada a cada concepto. Si suena la primera nota de la sinfonía de Beethoven es la misma neurona que se activa y la reconoce.
El cerebro no nos dejará de sorprender y él mismo nos ayudará en su propio conocimiento y tal como decía Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina 1906: “Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas; es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundirles nobles y elevadas inquietudes”.
Siguiendo este sabio consejo y para conservar una buena salud cerebral la recomendación seguirá siendo el cuidado del cuerpo y de la mente con una buena rutina de ejercicio físico, siguiendo una dieta saludable, teniendo curiosidad y aprendiendo cada día sin importar la edad.